segunda-feira, 26 de abril de 2010

99) Das SS e dos Camisas Negras às Milícias Bolivarianas.

Conheço pessoas que defendem o regime chavista. Não abordarei agora seus argumentos, podendo trazê-los à discussão numa outra oportunidade em que dispuser de tempo. Todavia, penso que, a cada momento, a defesa de Chavez seja mais fraca. Economicamente, a Venezuela não é marcada pelo dinamismo e pela eficiência que lhe dariam melhores condições de competição em uma economia globalizada. Nem promove reformas que lhe possibilite melhores desempenhos. A "culpa" não é do estrangeiro; a causa reside em terreno e condições domésticas que propiciaram a ascenção de Chavez, seu discurso do socialismo do século XXI, e a implementação de seu projeto político cujos efeitos econômicos não são dos melhores ao promover um dirigismo exacerbado. Politicamente, a situação também não pode ser vista como positiva: além da falta de garantias civis à oposição, a criação das Milícias Bolivarianas é um duro golpe à liberdade por aquelas bandas. Afinal, supondo-se a melhora da condição de vida e a superação da miséria por uma massa ajudada pelo governo, isso, por si só, serviria para justificar o que anda acontecendo nesse país? No entanto, a Venezuela não é um projeto sustentável a longo prazo continuando-se assim. 

Vinícius Portella

Porto Alegre,
26 0847 abr 2010.


Hitler tinha a suas tropas de assalto (alem das Hitler Jugend, que lhe permitia enquadrar a juventude), Mussolini tinha os seus camisas negras, que faziam o trabalho sujo de bater nos democratas e opositores nas ruas, e entregá-los para a polícia política para um serviço mais completo (por vezes definitivo). Está se inaugurando, na América do Sul, práticas similares.


Ditadores raramente confiam nas Forças Armadas profissionais; eles preferem ter suas próprias tropas de fiéis, geralmente imbecis submetidos a lavagem cerebral, comprados a custa de favores e privilégios, que exibem fidelidade canina ao chefe, geralmente a margem da lei e sem controle judicial.
Atuam com base na intimidação, na violência física, no arbítrio e no mais puro autoritarismo. São típicos de ditaduras totais, quando é preciso controlar a sociedade, que já não mais aceita continuar com o mesmo fascista no poder...



Chávez juramenta a 30.000 milicianos en el aniversario del frustrado golpe de Estado


MAYE PRIMERA - Caracas - 
El País, 14/04/2010

El presidente de Venezuela, con la espada de Simón Bolívar: "La amenaza golpista e imperialista no ha terminado ni terminará a corto plazo"
Milicianos que cargan sus fusiles de asalto FAL, sin cargamento.- foto AP

La multitud que aclama al presidente venezolano Hugo Chávez ha cambiado radicalmente de color. Solía ser roja, civil y bulliciosa. El martes, durante el acto organizado por el Gobierno para celebrar el octavo aniversario del regreso al poder del comandante tras el golpe de Estado de 2002, fue verde oliva, militar, silenciosa, atenta a una voz de orden cerrado para romper filas después del discurso presidencial. Era el mismo pueblo, según Chávez, pero ahora armado con fusiles y vestido de milicia para defender "la patria de (Simón) Bolívar, la revolución socialista". En cifras oficiales, más de 30.000 hombres y mujeres, a los que el presidente tomó juramento de lealtad en el que bautizó como "Día de la Milicia Bolivariana, del Pueblo en Armas y de la Revolución de Abril".

"A ver... levanten el fusil las milicias estudiantiles", les arengó el comandante. Y el primer bloque de tropa frente a la tarima —varias hileras de universitarios— alzaba las armas. No llevaban los fusiles Kaláshnikov, de los 100.000 que recientemente compró el Gobierno venezolano a Rusia, sino los viejos fusiles ligeros de asalto (FAL) que solía usar el Ejército. A este gesto, Chávez aseguró que Venezuela no está en medio de ninguna "carrera armamentista": "Hay que tener cinismo para decir eso, sobre todo si lo dice ese imperio maldito que es el imperio yanqui, que un día desaparecerá de la faz del planeta".
Los milicianos son, en su totalidad, empleados públicos, integrantes de Consejos Comunales —organización popular creada por el Gobierno— y estudiantes de la Universidad de la Fuerza Armada. Son amas de casa, jubilados, oficinistas... Difícilmente se colaría entre ellos un "escuálido" (opositor). Pero, por las dudas, las armas que llevaban no tenían cargador y ni balas. Se las entregaron horas antes de comenzar el acto, tras mostrar cada uno su cédula de identidad al pie de un camión de reparto. El presidente confesó más tarde que aún teme un ataque en su contra: "Las conspiraciones siguen a la orden del día, mi asesinato sigue a la orden del día".
Luego llegó la hora de la jura, y Chávez se enfundó unos guantes negros para tomar en sus manos la espada de Bolívar: un sable de oro, acuñado en diamantes que le fue obsequiado al prócer en Lima, en 1825. "Esta espada la conseguí por ahí, en el Banco Central, donde los escuálidos la habían guardado. Estaba en una fría bóveda. Voy a desenvainarla en ocasiones memorables, como esta". Entonces la empuñó sobre su cabeza, pidió a los milicianos que hicieran lo mismo con el fusil, y les hizo prometer que no darían descanso a su brazo hasta liberar a Venezuela. ¿De qué? De los yanquis, de la burguesía. Les pidió "radicalizar la revolución a fondo" y "barrer" a esa burguesía de todos los espacios políticos y económicos si acaso se aventuraba a perpetrar un magnicidio, o si se atrevía a sacar más votos que el Partido Socialista Unido de Venezuela en los comicios parlamentarios del 26 de septiembre.
"No podemos permitir que la burguesía ocupe espacios en la Asamblea Nacional. Toda la Asamblea Nacional debe ser del pueblo", ordenó Chávez a sus seguidores. "Ellos no vienen a gobernar, vienen a tratar de desestabilizar el país, a echar atrás las leyes revolucionarias y eso no lo podemos permitir". Al hablar de "burguesía" se refería a la pléyade de partidos de oposición agrupados en la Mesa de la Unidad Democrática, que van desde la extrema derecha a la extrema izquierda. A diferencia de las elecciones parlamentarias de 2005, a las que la oposición decidió no presentarse, esta vez la Mesa de la Unidad se ha propuesto llevar candidatos únicos para asegurarse tantos escaños como sea posible. Y Chávez, que hoy en día cuenta con el voto de las dos terceras partes del Parlamento, ya se había acostumbrado a gobernar solo.

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